Muchachitas Pájaro Flor.
Una historia os contaré,
de estas niñas hablaré,
las más hermosas del campo,
hilvanadas con amor y encanto.
Son las mujercitas llenas de placer,
como cualquier señorita duras de entender;
bajan del collado orilladas al amanecer,
hilando voces, haciendo pájaros descender.
Se ensancha la ardua tarea en la vivienda,
en la Trinidad como en cualquier hacienda;
marchan hombres, marchan mozos;
marchan las niñas de rizos hermosos.
El alba rompe el fuego fundido al del hornero,
el pan borbotea a su amigo el fiel leudero;
la blanquecina fluidez del vacuno a su vez,
ya destilan sus burbujas y su dulce palidez.
Se dibujan las aves, los cielos y árboles,
en el espejo del rio que de la hacienda vino,
trasparentando el fondo las piedras de mármoles,
y abren los jasmines su pétalo miel divino.
Ya pasan en este río las pequeñas al sonido,
de aquel jilguerillo que siguen con arrimo,
corren en el partio, en el solar a paso fornido,
jugando y comiendo los bananos de frondoso racimo.
Los sauces y robles exaltan el encuentro,
el pájaro y la flor se acoplan al momento;
árboles de fuego adornan cual monumento,
la hacienda de las niñas a su grito contento.
Salta el cenzontle, salta el ruiseñor;
saltan las mujercitas al llamado de su señor;
su padre y amigo de canas blanquear,
aquel siembra valles de verde pintar.
La nocturnidad clama al pájaro a su nido,
se cierra la flor en su tierna crisálida,
hoy fue un gran día de bien nacido;
en casa de mujercitas tierra cálida.
Duermen juntas la niñas rosas al corredor,
contemplan luna y estrellas primorosas a su esplendor;
vengan guerras, tempestades y temblor;
nadie callará al pájaro, nadie cortará la flor;
¡Nadie vencerá a las muchachitas!
en su tierra pájaro flor.
Para Rosa, Sixta, Delmy, Lucrecia, Ana y Marina;
mis abuelas, madre y tías;
no olviden su cuna, su siempre tierra;
pájaro flor.
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